En diálogo con Historia Nocturna por Radio Provincia AM1270, expresó: “Yo soy periodista pero apasionado de la historia. A medida que pasan los años me van atrapando, por un lado, temáticas o épocas históricas y por otro lado personajes. San Martín fue uno de ellos y cada vez leía más y más. Me había dado cuenta que hay grandes libros de él, grandes biografías, pero que por supuesto abarcan su vida militar y política como eje. Yo me preguntaba cómo sería la personalidad de San Martín, quise profundizar eso, cómo era en su vida cotidiana y en sus vínculos”.
Además, Daniel Miguez indicó: “Lo que hice fue recopilar más de 30 historias sobre distintos aspectos de su figura, siempre vinculadas al tema humano. Tenía una personalidad irresistible y era el centro de atención en cualquier reunión por su mirada, por su voz y su sonrisa. Iba sacando esos pequeños retazos en una carta de uno o en el diario de viajes de otro. Hay un corresponsal de un diario francés que va a cubrir una nota a Bélgica y también lo describe así. Fue un trabajo no sencillo”.
“A mí una cosa que me llamó la atención y que me costó mucho trabajo conseguir información fue cuando su gran amigo Alejandro Aguado, uno de los hombres más ricos de Europa, muere y deja en su testamento a San Martín como albacea y tutor de sus hijos. Entonces él se encontró de pronto con una fortuna y estuvo 4 años de su vida prácticamente dedicándose exclusivamente a eso que era totalmente ajeno, a liquidar y administrar esa fortuna (…). Eso me llamó la atención, como se tuvo que poner al hombro esto por lealtad a su amigo, que además en la herencia le dejó mucha plata al propio San Martín”, agregó el autor de San Martín en persona.
Por otra parte, contó: “Él tocaba la guitarra desde chico, desde adolescente, pero después se perfeccionó ya de grande en las manos de Fernando Sor. Él se autopercibía como un gran guitarrista, pero no hay testimonios de como tocaba salvo lo que dice de si mismo. Al igual que la pintura porque decía que se podía ganar la vida pintando acuarelas”. Mientras concluyó: “En su vida posó cuatro veces ante pintores nada más. Hay un cuadro en especial que era su preferido, al cual le atribuía el mayor parecido, y lo tenía colgado en su dormitorio. Es el mismo que suele estar en los despachos oficiales, que lo hizo la profesora de pintura de su hija Mercedes. Tenía pelo negro, lacio, tez aceitunada, una nariz aguileña no tan prominente como aparece en algunos cuadros ni tan respingada como aparece en otros, una mirada muy brillante y profunda”.
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