En diálogo con el programa Historia Nocturna por Radio Provincia AM1270, Camila Perochena señaló: “Sin dudas hay diferencias entre el uso de la historia del kirchnerismo y del gobierno actual, pero también hay similitudes. Yo creo que hay similitudes en las formas y diferencias en el contenido de lo que se dice. En las formas hay una similitud muy importante que es que yo creo que tanto Cristina como Milei se ven a sí mismos como guerreros memoriales, como queriendo dar una batalla por la historia. Los dos están pensando en la batalla cultural como madre de todas las batallas”.
“En el caso de Argentina, sin dudas esa batalla cultural está asociada a una batalla por la historia que implica que desde la presidencia se hace un uso intensivo del pasado y un uso polarizador del pasado. En Cristina hay un uso intenso del pasado, en la mitad de sus discursos ella habla de historia, y un uso polarizador de la historia en el sentido que era una historia donde había buenos y malos, momentos de ruptura y momentos de continuidad. Claro no son los mismos malos y buenos que para Milei, hay diferencias claras en el contenido”, agregó.
Asimismo, la historiadora indicó: “Cuando uno mira como un político usa el pasado y la historia, para mí la clave no es solamente la descripción de lo que dice con eso sino como esos usos del pasado te permiten entenderlos políticamente. El hecho de sostener que la Argentina entró en decadencia en 1916, por supuesto dice algo sobre las tensiones entre democracia y liberalismo, y una idea en la cual pareciera haber una cierta incompatibilidad entre la democracia de masas y el proyecto liberal. Poner el momento de quiebre en la primera presidencia que llega mediante sufragio universal, secreto y obligatorio dice bastante de las concepciones sobre la democracia”.
Por otra parte, expresó: “Yo creo que hay que hablar de historia, creo que tenemos distintas interpretaciones y que lo bueno es poder discutirlas. Lo que me preocupa es cuando el debate público sobre el pasado se da en términos polarizados. Si poner ciertas cosas en discusión te convierte en un cómplice de la derecha, del comunismo o del no sé qué, yo creo que ese es el problema”. Mientras que añadió: “Me acuerdo el proyecto de Menem para derribar la ESMA y hacer un parque de la reconciliación, creo que así se llamaba. Yo creo que la memoria tiene que estar en el espacio público, que una democracia no se construye de espaldas al pasado sino tratando de que el pasado también te sirva para pensar el futuro”.
Ya sobre el cierre, concluyó: “Cuando pienso en el debate público sobre el pasado me parece un problema que se piense en términos de partido de fútbol o de hay buenos y malos, porque también eso lleva a un detrimento de como pensamos nuestro presente. Uno puede ir matizando y discutiendo algunas cosas sin tomarse eso como si estuviéramos todo el tiempo militando en relación con el pasado. A mí los debates sobre el pasado que me gustan son los que no necesariamente me llevan a bajar línea sobre una postura. Como también me pasa con el presente, yo escucho a un periodista que es más predicador que periodista y cambio el canal”.
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