En diálogo con La siesta es sagrada dijo que “si bien no es lo principal en este momento, uno no puede menos que preguntarse, ¿qué es lo que viene ahora? Puede ser un sueño o una pesadilla”.
Seguido, consideró “importante” que Francisco “retomó el concilio” iniciado por Juan XXIII y continuado por Pablo VI. “La iglesia estaba como en una especie de castillo y decidió abrir puertas y ventanas para escuchar, sentir y vivir en el mundo. Esto asustó a los sectores tradicionales y conservadores que decidieron volver al castillo, con los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.
Dicho posicionamiento “permitió plantear una iglesia que vive en contacto con el mundo, que hay cosas que no las entiende, que no le gustan, pero otras que sí. Entonces, si hay un Papa que puede hablar de los migrantes, de los pobres y del cambio climático, es porque está ahí. Después podremos o no estar de acuerdo, pero eso también significa que lo que el Papa diga trasciende las fronteras de la iglesia” y que “hay alguien opinando con cierta autoridad”.