En diálogo con Napalm la cineasta comentó que el personaje de Lola, una adolescente que transita la década del 90, “tiene bastante de autobiográfico” ya que al igual que la protagonista, “viví en Ballester en los 90’, fui al mismo colegio, hice un intercambio a Alemania, y tuve un hermano que era bipolar. Muchas de las cosas tienen una raíz en cosas que me pasaron, pero también está basado en la ficción”.
Seguido se refirió al lugar que ocupó el cine durante su niñez manifestando que “mi abuelo me llevaba al cine, y me gustaba también porque la experiencia también estaba por el ritual de ir a capital, comprar pochoclos, sentarme en las butacas, la oscuridad. Mi relación con el cine fue madurando, y siento que me salvó un montón de veces: de un día triste, del ocio que en ese momento era otra cosa ya que no tenías el celular, quizás ibas más a ver películas, leer, o estar tirada en tu cama sin hacer nada”.
Luego al analizar la situación del cine bajo la gestión del gobierno de Javier Milei, dijo que el momento “es desgarrador, la celebración de la catástrofe”, y que debido al cierre del instituto no habrá películas argentinas en cartelera, y que sólo unas pocas que contaban con aportes de productoras internacionales podrán culminar su proceso de producción. “Cuando tu país te deja de apoyar es difícil que te apoyen de afuera”, sostuvo, y lamentó “la violencia y la incertidumbre de no decir que están haciendo o qué va a pasar”.
Zanetti continuó “es un sector paralizado” con “personas que están buscando trabajo de otra cosa, técnicos súper calificados. Estamos preguntándonos por qué destruyen una industria que funciona, que nos da trabajo, que hace conocidos a los argentinos en el exterior. Es importante que un país tenga instituto de cine, las personas que están dirigiendo películas en plataformas probablemente sus primeras experiencias las hicieron con el apoyo del INCAA”, y concluyó diciendo que “si se aprueba la Ley Bases chau todo, es la institucionalización de la catástrofe”.